Ir al teatro, una práctica cada vez menos frecuente

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Cultura

Ir al teatro, una práctica cada vez menos frecuente

Fecha de publicación: enero 20, 2021 · Autor: Alexis Rodríguez

El teatro ha sido, desde hace siglos, uno de los entretenimientos más destacados dentro del arte y la cultura, tanto para aquellos que se consideraban cultos y nobles como para los que ni siquiera sabían leer. El teatro, de hecho, les permitía a todos ellos disfrutar de historias divertidas, trágicas o dramáticas, y servía, ya desde la Antigüedad, para expandir los mitos clásicos y contar moralejas al pueblo. Mucho han cambiado las cosas desde aquellos primeros creadores de obras, tragedias y comedias, en la Antigua Grecia. El teatro no pasa hoy por hoy por su mejor etapa, y la situación no parece estar cerca de mejorar. Durante el siglo XX, los diferentes nuevos medios de comunicación, desde la radio a la televisión, pasando por el cine y ahora Internet, parecen haber dejado muy lastrado a este espectáculo milenario.

¿Por qué la gente ya no va tanto al teatro? Es una pregunta que muchos se hacen, al comprobar como año tras año, cada vez hay menos público en este tipo de representaciones, quitando algunas obras que sí que triunfan o géneros como el teatro musical, que sí que parece tener más tirón. El teatro clásico, el de toda la vida, o el de nuevas obras emergentes, se ha convertido en un terreno complicado para poder sobrevivir. La pandemia del Covid 19 parece haber sido la puntilla para un año nefasto, en 2020, donde los teatros tuvieron que cerrar durante meses y al abrir, no pudieron contar con todo el aforo permitido. ¿Es el fin de este arte? ¿Cómo se puede reflotar un espectáculo como este? Vamos a intentar analizar la situación y encontrar los problemas y posibles soluciones.

El precio de las entradas

Siempre que se alude al problema del poco público en los teatros se acaba sacando el tema del precio excesivo de las entradas. Y en ocasiones es cierto que las entradas están algo caras, pero es habitual en cualquier tipo de espectáculo. Pagamos casi diez euros por una entrada de cine, y cinco o seis veces más por una de un partido de fútbol, por ejemplo. En comparación con esos espectáculos, las entradas de teatro no son caras, porque además estamos presenciando una obra en un lugar casi de culto para la cultura como es un teatro o un auditorio. Las salas, las compañías, buscan maximizar sus recursos y colocar las entradas a precios razonables para atraer al público. Pero a veces, ni siquiera eso funciona, y es que el precio tal vez no sea el único problema al que se tienen que enfrentar.

¿No se publicita lo suficiente?

El teatro está en decadencia porque casi nadie habla de él. En las radios musicales, los artistas están sonando todo el tiempo, se hacen conocidos y la gente va a verlos a los conciertos. La televisión y las propias marquesinas de las ciudades siempre anuncian los estrenos de cine con grandes spots y carteles. Pero el teatro siempre se olvida. Es posible que la razón sea precisamente la misma que estamos analizando, el poco público que responde ante el estreno de una obra y que al final parece no ser mucho mayor del que va. ¿No hay más gente interesada en ir al teatro porque ya no gusta este tipo de espectáculos, o tal vez porque no se le convence lo suficiente?

Es complicado de decir, puesto que hay obras que, sin tener tanta publicidad, sí que consiguen al menos llenar butacas en cada sesión. Actores ya consagrados y bien conocidos que las publicitan por sus redes sociales, o cómicos que están acostumbrados a salir en televisión y pueden echar mano de toda esa fama para promocionarse… El teatro musical sí que cuenta con esa publicidad masiva en los medios generalistas, y será casualidad o no, pero su tirón suele ser mucho mayor que el de las representaciones más clásicas. ¿Tal vez sea el momento de ir a por las nuevas generaciones y convencerlas de que el teatro no es aburrido, como muchos piensan, sino todo un espectáculo excitante en directo?

La falsa creencia de que es aburrido

Al final, quien más quien menos, todos hemos asistido alguna vez a una obra de teatro profesional. Puede que cuando fuéramos unos críos y nos llevaran con el colegio. O tal vez de mayores, en un evento cualquiera. Si nos interesa el teatro, evidentemente, no lo vamos a considerar nunca aburrido, pero es cierto que es un arte que tal vez deba ser encaminado a personas ya adultas, sobre todo si el tipo de obra lo es. Por muy buenas que sean las comedias de Shakespeare, si llevamos a un crío de catorce años a ver una obra completa seguramente acabe aburriéndose y pensando que el teatro no le gusta, y que prefiere el cine, las series o los videojuegos. Hay que saber encaminar ese gusto particular de cada uno a las obras adecuadas, para quitarnos de encima la idea de que el teatro es aburrido.

Las plataformas de streaming ¿un enemigo del teatro?

Pasó con la radio y con el cine, luego con la televisión, y ahora está ocurriendo con Internet. La tecnología se lleva por delante todo lo que encuentra a su paso e incluso los medios que parecían inamovibles, como el cine y la televisión, están sufriendo las consecuencias de la aparición de las nuevas plataformas de streaming, que en apenas un lustro han cambiado por completo el nicho de mercado audiovisual. ¿Pueden considerarse también una competencia para el teatro? Técnicamente sí, siempre que esa persona que está entre ir a ver una obra de teatro o quedarse en casa viendo alguna serie se decida por lo segundo. Pero no es siempre así.

Las plataformas de streaming rara vez ofrecen obras de teatro. Son una competencia mayor para el cine y la televisión, ya que juegan en su misma liga, pero no tanto para el teatro, puesto que no estrenan obras que se puedan ver en directo, y la sensación, evidentemente, no es la misma. Lo que al amante del teatro busca es presencia en vivo y en directo una representación, donde los actores están actuando sin red, sin cortes, con toda la verdad que son capaces de poner en sus interpretaciones. Eso es imposible de conseguir a través de una plataforma de streaming, aunque es cierto que estas últimas se están convirtiendo en el pasatiempo favorito de las nuevas generaciones. ¿Qué hay en ellas que el teatro no tenga? Eso daría para otro gran y profundo análisis…

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